martes, 20 de junio de 2017

¿Casarme yo?

Un diseño para el Matrimonio.

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Vivimos huyendo de un compromiso, por el miedo a la responsabilidad; somos incapaces de afirmar a otro que lo querremos por siempre. El hombre se ha vuelto tan mutable de si, que es incapaz de asegurar que esta enamorado para toda la vida.

Dios diseñó el matrimonio, como el fundamento de toda la sociedad. Antes de que existieran la Iglesia y toda institución humana, Dios estableció formalmente el matrimonio al declarar: Dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y se harán una sola carne.  Es vital, que esto se enseñe a otros.
Dado que el matrimonio no es de origen humano, los humanos entonces no tienen derecho a descartarlo. Pero, como fue Dios quien lo  instituyó, sólo Él tiene derecho a eliminarlo. La Biblia señala en Marcos 12:25, que el matrimonio se da en esta vida. Ahora bien, el matrimonio como institución social, es la base de la familia funcional, con deberes y derechos sociales, tanto para el hombre y la mujer, está sujeto a las reglas estipuladas por Dios, no meramente a las reglas que están dadas por una sociedad que ha desvirtuado lo digno y honroso, por aquello practico y libertino. Dios, no nos dejó a oscuras con respecto al matrimonio, nos ha revelado sobre el matrimonio en las páginas de la Biblia.
Por tanto, citemos algunos principios bíblicos enmarcados para el matrimonio. Al leer la Biblia, con el fin de comprender su contenido encontraremos en cuanto a este tema, en principio que; ningún individuo particular en cuanto a su gusto, tiene autoridad para decidir si casarse o divorciarse, mas bien si este no posee don de continencia, el Apóstol Pablo en 1ra. Corintios 7:8-9 recomienda casarse. El Estado ha recibido como encomienda el guardar registros ordenados, pero no el derecho (ni la competencia) de decidir las reglas del matrimonio y el divorcio; esto es prerrogativa de Dios. Él ha revelado su voluntad sobre estos asuntos en las Escrituras, que son explicadas y aplicadas al hombre.
Dios creó al primer hombre y a la primera mujer, y Él empezó la familia como institución. El hombre y la mujer fueron creados a imagen de Dios y fueron diseñados para que reflejaran su naturaleza (Génesis 1:27-31). El diferencio el cuerpo del hombre y de la mujer, pero ambos fueron formados de las mismas características espirituales, físicas, emocionales, intelectuales, y sociales. El creador reflejo su imagen y los hizo semejantes a él, lo que se pervirtió y desfiguro con la caída del hombre en desobediencia. (Romanos 1:18-28). Desde la desobediencia de Adán y Eva en el Huerto de Edén, el hombre ha estado tratando de planear su vida usando sus propias ideas.
Sin embargo, Dios declara a través de la Biblia un modelo  para los matrimonios, en principio los creó hombre y mujer (Mateo 19:4). Y que por su deseo de compañía y necesidad de relacionarse, le instituye el pacto del matrimonio (Génesis 2:18), dejando el hombre a sus padres, para unirse con su mujer y así llegar a ser una sola carne (Mateo 19:5).
 Al respecto, Charles Swindoll (1998) refirió: “La idea entera de aceptación mutua, de dar, de escuchar, de perdonar y de andar en una misma dirección, es implícita. Esto es, dos individuos entremezclándose voluntariamente en la vida del otro, deseando compartir con el otro y por consiguiente, completar al otro.”
Visto desde, la unión que debe fortalecerse hasta llegar a ser uno, lo que Dios unió, no lo separe el hombre (Mateo 19:6). Ha sido la intención del Creador que la pareja se multiplicara, produjese fruto de amor, (no producto de mera pasión y actividad hormonal) y así pudiera sojuzgad la tierra y enseñorearse de la misma (Génesis 1:27-28). El fracaso de la familia, frenará el proceso de crecimiento natural y dañará a este fruto sin remedio.

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Al leer la Palabra de Dios con criterio y respeto, veremos un diseño para los matrimonios en todas sus dimensiones, que por espacio no señalamos en totalidad,  la unión matrimonial entre hombre y mujer es la más íntima, más próxima de todas las relaciones humanas. Dos personas empiezan a pensar, obrar y sentir como una sola. Son capaces de unir sus vidas para ser una, y dar fruto. El pacto de compañía señala el apóstol Pablo, en Efesios 5:28-31, que la relación ha de ser tan íntima, que todo lo que el hombre hace (bueno o malo) para su mujer, se lo hace a sí mismo, puesto que los dos han pasado a ser una carne (persona).